*Alejandro E. Salazar Peñaloza
En la noche del 30 de agosto de 2022, una noticia despertó los recuerdos de aquellos años ’80, Mijaíl Gorvachov había muerto. Seguramente aquellos que nacieron durante los 90 y los 2000, no recuerden a este particular personaje político con aquella mancha en su cabeza que lo identificaba.
Hablar de la Unión Soviética es hablar de todo un proceso histórico que marcó la Historia Contemporánea Mundial. Es que durante 1918, la Revolución Rusa puso fin al sistema político zarista de Nicolás II, y la instauración de un régimen totalitario que fue liderado por Lenin, Stalin, Brézhnev entre otros.
No fue una vida sencilla la de Mijaíl; nació el 2 de marzo de 1931 en el pueblo de Privólnoye, un lugar ubicado al sur de Rusia entre Ucrania y Georgia. Aquellos años serán claves en el carácter de este líder. Una época marcada por el hambre, la falta de seguridad y un mundo que atravesaba un periodo de inestabilidad de una guerra que había terminado y otras que asomaba.
Para 1950 viaja a Moscú, y logra ingresar a la Universidad Estatal de Moscú, a la carrera de Derecho. Tiempo después busca participar en la vida política, y se une al Partido Comunista. Muy joven contrajo matrimonio con Raisa Tirarenko del cual nació su única hija Irina. Así terminaba aquella década: casado, con una hija y su título de abogado.
EN LA CIMA DE LA URSS
Al iniciar la década de 1980, Mijaíl integraba el Comité Central del Partido Comunista Ruso, era un hombre jovial a diferencia de los ancianos que lideraban los destinos de la URSS. Evidentemente había una necesidad de revisar las antiguas estructuras de una Rusia que estaba en un ocaso visible fruto de la lucha contra Estados Unidos.
Para lograr su cometido, hubo una serie de alianzas con personajes claves, entre ellas unirse con el jefe de la KGB (agencia de inteligencia) Yuri Andropov.
En tan sólo un par de años y luego de los recambios, Gorbachov alcanza el máximo cargo para 1985. Fueron años de cambios profundos, sobre todo de planteos necesarios en la práctica pero de lentos pasos.
UN GIRO CASI INESPERADO
Para concretar sus objetivos políticos puso en marcha dos planes: la Perestroika, que era una reestructuración política drástica, y el Glosnost, un plan de apertura de la información. Ambos planes iban en contra de las prácticas del régimen que siempre fue conservador y autoritario. Las medidas fueron un giro de 360º, las cuales apuntaron a una modernización del estado y una apertura económica que debe ser sostenida con mejoras que apuntaban a la industrialización. De esta forma sacar a la URSS de un estancamiento.
El plan involucraba comenzar una relación diplomática de acercamiento con su enemigo, Estados Unidos. El tiempo obligó a un acercamiento, según diversas comunicaciones y con el apoyo de la Primer Ministro Margaret Thatcher, se pactó una reunión entre los días 19 y 21 de noviembre de 1985. Aquella emblemática reunión se desarrolló en Ginebra, como un espacio “neutro”, donde se presentaron ambos mandatarios: Ronald Reagan y Mijaíl Gorbachov. Los temas fueron variados, sin embargo los ejes centrales apuntaron a la posibilidad del desmantelamiento del armamento nuclear y los derechos humanos. Las discusiones fueron diversas y pocos fueron los acuerdos, sin embargo lo más positivo estuvo en un acercamiento histórico.
Para 1987 se firmó el tratado de las Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio (INF), de esta forma, tanto la URSS como EEUU se comprometieron a bajar la producción de armamento bélico y de tipo nuclear, tratando así de buscar la paz como recurso diplomático.
LA CAIDA DEL MURO DEL BERLÍN
La política rusa, apoyada por Estados Unidos y la influencia del Vaticano, posibilitaron que el 9 de noviembre de 1989, el muro que dividía, no sólo la Alemania en dos sino al mundo en dos pensamientos y lógicas, cayera. Dando fin al Telón de Acero y de alguna forma la URSS comenzaba a desprenderse de diversos países que respondieron como aliados durante más de 40 años.
Es que este hecho fue catalogado por el Partido Ruso Comunista como la gran debilidad de Mijaíl, sin embargo, por todo lo contrario el escenario político era otro y lo que había demorado en llegar se hizo presente.
PRIMIO Y CASTIGO
Todo premio que una persona reciba es parte de felicidad y además una marca de sus acciones como también de sus consecuencias, sin embargo cuando se habla de un Premio Nobel y si además es el de la Paz el sentido es mucho más profundo. Así en octubre de 1990, recibió el máximo premio, tal vez en aquel momento este era un sueño totalmente inesperado, pero sus acciones como líder lo llevaron a Estocolmo.
Poco tiempo después, en agosto de 1991 un golpe de Estado que provenía del ala más dura del Partido y de la KGB destituyó al Nobel. Si bien se sabe que su opositor, Borís Yeltsin, buscaba la salida del mandatario, al ver lo sucedido por los insurrectos, se alió a Gorbachov. Un movimiento en la calle por hombres a favor de la vuelta de su líder.
Si bien se intentó volver al orden, en diciembre de 1991 renunció a sus cargos. Su máximo castigo fue sentirse despreciado por su partido.
Desde aquel 1991, se convirtió en un personaje de consulta permanente, y muy querido por personajes de todo occidente.
*Prof. Titular de la Cátedra de Antropología Cultural- Dpto. Historia- FFHA.UNSJ
 |  |