(*) Alejandro E. Salazar Peñaloza
La Argentina es un país futbolero por excelencia, los potreros, las calles, las plazas, la casa, cualquier lugar se convierte en un espacio para un picadito y así demostrar la destreza con la pelota. En este contexto nació nuestro personaje, el tiempo lo convertirá en un héroe y a su vez en un antihéroe. Su nombre se conoce en todo el mundo y su muerte abrió una herida difícil de cerrar: él es Diego Armando Maradona.
LA VILLA COMO CUNA
La villa es un espacio de marginalidad que siempre funciona como un anillo que rodea a la ciudad, es un lugar cargado de pobreza, de falta de color, de aquellos que el sistema expulsó. Es allí donde este héroe nació. En el seno de una familia humilde, el primer hijo varón, Diego Armando llegó un 30 de octubre de 1960 a la Villa Fiorito.
No es fácil vivir allí, los años fueron pasando y la vida siempre cuesta arriba ponía a Dieguito en una situación de vulnerabilidad, allí el hambre era una realidad amarga. No había agua, las calles de tierra y la casa con techo de chapa que en cada tormenta mostraba la fragilidad de la dura pobreza.
Doña Tota, como se conoce de cariño, cuidaba al pequeño, lo poco que había se repartía aunque a veces “pelusa” tenia yapa.
Las navidades y los años nuevos parecían pasar a veces desapercibidos, ni hablar de los reyes, esos no bajaban de sus camellos. Pero la ilusión no desaparece, la fe mueve montañas.
EL POTRERO COMO ESCUELA
Soñar con la pelota, soñar que la llevas atada al pie, soñar con una cancha donde gritan tu nombre, siempre empieza de abajo, desde el barro, aquellas canchas de tierra con arcos de palo, las piernas blancas, las rodillas raspadas, pero el orgullo de la gambeta y el jueguito aplaudido por los pibes. Aquella escuela de tierra caló hondo y dio identidad a nuestro héroe.
La ilusión comenzó en las inferiores de argentinos, allí aquellos mini guerreros a los que se los conoció como “Cebollitas” dio 176 victorias, la zurda inmortal comenzaba un camino que difícilmente pudo ser detenido. Aquel niño fue cambiando a un joven lleno de alegría y con hambre de gloria. En aquella famosa entrevista decía: “…mí primer sueño es jugar un mundial…” soñar alto fue su camino y su meta.
LA PRIMERA SOÑADA
La espera, la lucha, son semillas que en algún momento se convierten en frutos, a veces son pequeños, ínfimos, pero con el tiempo se convierten como los robles con gran firmeza. El 20 de octubre de 1976, con 16 años y a días de cumplir 17, la primera le abría la puerta. Con la camiseta nº16 entra para reemplazar a Rubén Giacobetti.
Con su destreza a flor de piel la albiceleste lo esperaba como una novia enamorada; el 27 de febrero de 1977, en reemplazo de Luque, Menoti lo hace entrar, con la casaca nº19, la selección argentina ganó 5 a 1.
Entre 1978 y 1980 logró convertirse en el máximo artillero de Argentinos, allí la suerte estaba echada. Solía contar que se enojó con Menoti por no convocarlo en el mundial 78, será que no debía ser, pues hoy es solo una anécdota.
Un año después, 1979, el mundial juvenil en Japón le dio la revancha, su participación y triunfo el 7 de septiembre contra la Unión Soviética lo convirtió en campeón mundial.
Su segundo amor, el Club Atlético Boca Junior, fue su segunda casa, en aquellos años River quería quedarse con Diego pero él se negó. La situación económica del club Xeneize era deplorable pero Argentinos Juniors permitió un pase a préstamo.
El 10 de abril de 1981 fue su primer clásico: con una fuerte lluvia el triunfo de Boca fue rotundo, un 3 a 0 con dos goles de Brindisi y uno de Diego.
El mundial España ´82 parecía ser el momento para deslumbrar, pero la selección argentina fue inferior, el sueño quedó trunco.
Salir de la Argentina como futbolista significaba ser tocado con la barita mágica, y si este es el Club Barcelona aún más. Los catalanes apostaron doce millones por la magia del argentino. Sus años lo ayudaron a crecer pero no a brillar. En la final de la Copa del Rey en 1984 se armó una gresca que terminó en una suspensión de tres meses para jugar, allí no había futuro.
LA DOLCE VITA
El sur de Italia lo llamó, su hogar, su gloria estaban escritos y ese nombre era Nápoles. El 5 de julio de 1984, el Estadio San Paolo se llenó para recibir a la gran promesa, ninguno pensó lo que estaba por venir. El juego italiano y en sí el juego europeo, eran muy diferentes al argentino, la velocidad era una premisa. Diego sabía que para ser el mejor debía combinar destreza y velocidad, en aquellos años conoció a Fernando Signorini, quien lo formará físicamente y mentalmente para ser el mejor, se convirtió en su referente. En alguna entrevista Signorini decía que existían dos personas en un mismo cuerpo: Diego y Maradona, Diego era un joven talentoso, luchador, con sus defectos y virtudes; Maradona era un personaje que había nacido, era implacable, el que tenía que lidiar con la política y la televisión.
El paréntesis que abrió México ´86, lo hizo grande, el partido con los ingleses se convirtió en uno de los emblemas de la historia de los mundiales. Fútbol y política se mezclaron ese día. “La mano de Dios”, una de la agilidades y como se dice en la Argentina viveza criolla, le permitió abrir el marcador. El segundo gol, “el barrilete cósmico”, el más glorioso, con una gambeta desde el medio campo dejó atrás a cinco ingleses y un arquero rendido. Pero todo no terminaría ahí, la famosa final con Alemania, la favorita, con un tres a dos la selección logró su segunda copa. Allí la primera parte de la consagración.
El retorno al Nápoles luego de ser campeón del mundo lo motivó y potenció convirtiéndolo y coronándolo. En total fueron nueve títulos que el astro le dio al equipo italiano del sur entre 1986 y 1991. Tanta fue la alegría de los napolitanos que Maradona era un dios como aquellos que vivían en el Olimpo.
LA DAMA BLACA
En Nápoles no sólo estaba la gloria y la idolatría, también esto venía acompañado de la perversidad. La incidencia de la mafia napolitana era algo que el pibe aun no conocía. La Camorra dirigida por Carmine Giuliano fue el inicio. Este grupo delictivo manejaba las drogas y la prostitución, además de blanquear dinero en el fútbol. El acercamiento de Diego era inevitable, en diversas entrevistas negó tener vinculación con ellos, sin embargo esto no fue así. De la mano de los Giulianos, el pibe de Villa Fiorito conoció a su peor enemiga, la cocaína, que siempre estaba acompañada por otros vicios que la noche le regalaba.
Las drogas, las mujeres y el alcohol acompañaban sus noches, el fútbol, la familia, sus hijas acompañaban el día. Al fin y al cabo era sólo cuestión de tiempo.
LA PELOTA NO SE MANCHA
El año 1990 lo encontraba en uno de sus mejores momentos, el mundial Italia ´90 era un hecho para él. Argentina era la favorita, tenían el arma perfecta, pero jugar ese mundial no fue sencillo para el 10. Si bien los primeros rivales no fueron complicados, la semifinal con la selección italiana lo ponía entre la espada y la pared, y aún más si el estadio elegido fue San Paolo, su cancha, sus compañeros, su gente. Nápoles estaba dividida en dos: apoyar a sus colores o convertirse en parte de la hinchada argentina. El triunfo por penales contra Italia selló su fidelidad argentina pero lo sentenció a muerte en Italia. Esta vez la suerte no acompañó a Maradona, la final contra Alemania Federal fue un duelo de titanes, faltando cinco minutos un penal a favor de los germanos echó por tierra la esperanza.
El retorno de Diego a su club fue diferente, tal vez como se dice “no se muerde la mano de quien te da de comer”. La hostilidad crecía día a día, la presión fue tal que la propia Camorra lo abandonó. Denunciado por uso de drogas y doping positivo comenzó parte de su calvario. De ser amado a ser odiado en tan solo 90 minutos. Hasta los dioses se equivocan y deben pagar caro.
EL FINAL ANUNCIADO
El entorno de Maradona no ayudaba, un año sin jugar y su condición física se estropeó. La salida de Italia era un hecho. Esta vez de la mano de Bilardo partió al Sevilla en 1992; allí tan sólo un año demostró su destreza.
En Italia no sólo había dejado su Olimpo, también habían quedado algunos de sus retoños, que no los reconocerá hasta los últimos años.
Para 1993 retorna a la Argentina, si bien su destino era Argentinos Junior, por presiones de los barras esto se truncó. De allí pasó a jugar a Newell´s Old Boys.
En Estados Unidos las esperanzas estaban puestas, el año 1994 era una revancha, Diego logró recuperarse de algunas lesiones, pero la Dama Blanca aun asechaba su vida. Un nuevo doping positivo lo dejó fuera de las canchas.
El sueño del pibe, ponerse los colores más populares de Argentina, volver a la azul-amarrilla, en octubre de 1995, lo soñado era un hecho, luego de suspensiones de idas y vueltas la bombonera lo esperaba, dos años pero pocas victorias.
El alejamiento de las canchas era carta cantada, su vida comenzó a transitar otros lugares, la televisión, la política, su lengua filosa no perdonaba a nadie, polémico, con declaraciones que iban para todos lados, desde la AFA hasta la FIFA. Su relación con la política siempre estuvo.
El nuevo siglo lo encontró en su peor momento, una fuerte sobredosis que casi le cuesta la vida, en enero de 2000 debió partir a Cuba para iniciar su rehabilitación. La suerte de los dioses lo acompañó una vez más.
Para el 2001 su partido despedida, después de haber dejado todo, Maradona cerró su etapa de futbolista.
Entre 2002 y 2010, ocupó cargos muy importantes, desde Manager de Boca Juniors, fue Director Técnico de la Selección argentina. Su salud mejoraba y empeoraba, se sometió a un baipás gástrico para estar mejor.
Entre 2010 y 2020 viajó a los Emiratos Árabes donde fue reconocido como técnico; su relación con algunos políticos latinoamericanos era una realidad que él acompañaba. Realizó algunos programas de televisión. El último tiempo estuvo en México en Sinaloa, y luego retornó como técnico a Gimnasia.
LA LEYENDA HA NACIDO
Su vida fue eso, de el barro al oro sin escalas; de Cebollita a la Selección Argentina, del Barcelona al Nápoles. Acompañado por su familia y rodeado de máscaras de dudoso interés. Inteligente, hábil, odioso, contradictorio. Comía con los más humildes y ostentaba con los más poderosos de la tierra, ese es Maradona, son dos caras de la misma moneda. Su imagen da vuelta por el mundo siendo una marca identitaria de nosotros, porque de alguna forma u otra todos los argentinos en el fondo somos un poquito Maradona.
“El que no tenga pecados… que tire la primera piedra”
FUENTE BIBLIOGRÁFICA
- Gaby Coffici. (2016). Diego Maradona: 16 recuerdos increíbles de mi infancia en Fiorito En: Infobae.com
- Cebollita: el equipo invencible de Maradona, En: El Cincocero (2016)
- Pacheco Jorge (2020).Maradona, las drogas y la Camorra: su relación con los Giuliano y la traición de la mafia italiana. En: El español.com
(*) Prof. Titular- Cátedra Antropología Cultural- Dpto. Historia- FFHA-UNSJ