Alejandro E. Salazar Peñaloza (*)

 

          La medicina en la Argentina siempre ha dado a grandes profesionales, con un amplio conocimiento sobre diversas áreas pero además con la humildad necesaria para que sus saberes queden en el transcurso del tiempo. Sin embargo uno de los más trascendentales fue el Dr. René Gerónimo Favaloro.

Durante el mes de julio de 1923 en una casa muy humilde en la ciudad de La Plata, nació René Gerónimo. Su padre, un ebanista y su madre, modista, mostraron al niño la humildad, sin embargo su abuela materna fue la que le inculcó el amor por las plantas, algo que nunca olvidaría.

Cursó sus estudios primarios en una escuela de su barrio, con mucha carencia fue aplicado en esa formación dada con mucha disciplina.

Para 1936, y luego de mucha preparación, ingresó al Colegio Nacional de La Plata. Allí conoció a Ezequiel Martínez Estrada y Pedro Heríquez, ambos docentes, quienes le inculcaron valores humanísticos y morales que siempre fueron su bandera.

            La medicina era su futuro, con lo cual no se dejó esperar; ingresó a la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de La Plata. Fue un alumno dedicado a sus estudios, al ingresar al tercer año comenzó a concurrir al Hospital Policlínico, será allí donde su vocación de niñez se hacía realidad. Durante aquellos años el joven pasaba mucho tiempo en el hospital y en diversas cátedras que iban formando su idea.

Para 1949, ya recibido, se produce una vacante como médico auxiliar en el Policlínico. Favaloro se postuló y accedió al cargo en forma interina; meses después el cargo se volvió efectivo: aquel momento cambiará su vida. Cuando lo llamaron para que accediera a este cargo en forma definitiva, él debía firmar una ficha donde aparecían los requisitos pero además aceptaba la doctrina del gobierno peronista, esto último lo desalentó negándose a aceptar dicho cargo.

Estando un poco desmoralizado por aquella decisión tomada por sus principios, le llegó en forma inesperada una carta de su tío quien le pedía que fuera a ayudar al Dr. Dardo Rachou que era el médico del pueblo “Jacinto Aráuz” en la Pampa. Con pocas ganas obedeció el pedido de su tío. Instalado en el pueblo entabló una amistad con el Dr. Dardo, pero meses después este murió de cáncer de pulmón. Aquellos años le permitieron al joven médico observar otra realidad, aquella que se da en el campo, con sus características. Tiempo después se le unió su hermano Juan José Favaloro. Los dos lograron crear un centro de asistencia médica y combatir aquellas dolencias que eran moneda corriente.

La Cleveland Clinic cuando llegó Favaloro, en la década de 1960.

Su espíritu inquieto lo trajo nuevamente a La Plata y su pasión por la cirugía cardiovascular. Se contactó con el profesor Mainetti quien le recomendó viajar a la Cleveland Clinic a Estados Unidos. Con poco manejo del inglés pero con muchas ansias, partió durante diez años, primero como médico residente y luego como parte del equipo de cirugía. Durante esos años de estudio sobre las enfermedades cardiovasculares, comenzó a pensar y estudiar alternativas nuevas, y entre esas ideas pensó en utilizar la vena safena en la cirugía coronaria. En mayo de 1967 realizó la primera intervención con esta técnica y el resultado cambió la experiencia médica conocida hasta entonces, este procedimiento se denominó bypass o cirugía de revascularización miocárdica.

Su libro Surgical Treatment on Coronary Arteriosclerosis, publicado en 1970 y editado en español con el nombre Tratamiento Quirúrgico de la Arteriosclerosis Coronaria.

En 1970 publica su libro Surgical Treatment on Coronary Arteriosclerosis; allí explica el descubrimiento que lo hizo famoso.

Un año después retornó a Buenos Aires, su idea era clara: crear un centro de alta complejidad que fuese como el de Cleveland, y que además de tratar pacientes fuera un hospital escuela y formación de post-grado. Así en 1975 creó la Fundación Favaloro. Aquellos años dieron sus frutos en 1998 cuando se creó la Universidad Favaloro.

Perteneció a todas las fundaciones y organizaciones médicas dedicadas a los estudios cardiovasculares, fue premiado y renombrado por todo el mundo.

La situación económica desatada a finales de la década del 90 y durante el 2000, pesaban sobre la Fundación, las decisiones eran duras. Como un enfermo terminal, René envió diversas cartas al presidente de la Nación, Dr. Fernando De La Rua y todos sus colaboradores a fin de solicitar ayuda y cobrar la deudas que PAMI debía, algo que nunca llegó. En su cabeza de médico comprometido sabía que sin sacrificio no hay victoria, y si eso era dar la vida él lo iba a hacer. El 29 de julio de 2000 la peor noticia aparecía por las pantallas de los noticieros, Dr. René Favaloro se había suicidado con un disparo directo al corazón.

 

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Prof. Titular- Cátedra Antropología- Dpto. Historia- FFHA-UNSJ (*)

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