Estaba leyendo uno de los mensajes que publican en comunidades de oración y me golpeó sinceramente lo que dice a la vidente Gladys el día 1 de octubre de 2.013 a las 6,10 hs:

“Hoy veo a Jesús, lo cubre Su Luz. Me dice: Hija mía, amor me debe la humanidad; pocos me lo dan, de los demás solo recibo indiferencia. Muchos desechan Mi Palabra, pero cuando otros se eleven aquellos caerán. Doy Misericordia, ¿y que recibo? Rechazo. Hija, el Pueblo de Dios es únicamente de Dios. Tienes que hacer conocer lo que te doy.” (Gladys)

Aclaro, para aquellos que dudan, que no hay obligación, según la Iglesia, de creer en las Revelaciones privadas. Sin embargo a través de la historia hubieron muchas revelaciones de la Virgen y de Jesús, algunas imposibles de negar porque fueron innumerables la cantidad de testigos que presenciaron los signos de las visitas celestiales (como Lourdes, Fátima, Guadalupe etc…)

Lo que me hace pensar en el dolor de Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, es el no ser correspondido en el amor, no solamente porque es el primer mandamiento que nos dejó: “Amarás a tu Dios por sobre todas las cosas…”, sino también porque la humanidad sigue sobreviviendo y salvándose hasta ahora por su sacrificio en la cruz ofrecido al Padre por nuestros pecados.

Totalmente indiferente una gran mayoría de la humanidad sigue ignorando ese acto de amor sublime de Dios, disponible en cada altar de una Iglesia católica para el perdón de los pecados, sin siquiera dar gracias por el don de la vida.

La indiferencia es tan grande que llega a ser burla y atropello a la institución humana que Él dejó para quedarse como alimento de vida eterna.

Nunca como hoy el ser humano quiere ser como un dios, y con arrogancia increíble se atreve a decidir sobre la vida misma, facilitando el aborto de seres inocentes.

El tiempo que vivimos lo llamamos el Tiempo de la Gracia, de la Misericordia divina, en la que Dios por Jesucristo sacerdote eterno, perdona nuestros pecados por medio de manos consagradas que participan de su sacerdocio.

En resumen nuestra primera obligación es rendirle un Culto de amor a ese Dios increíble que nos ha creado en el seno de nuestra madre, y luego nos ha hecho sus hijos por medio del sacramento del Bautismo, pero nos comportamos como si fuera su obligación divina cuidarnos y darnos todo lo que necesitamos para vivir nuestra vida, olvidándonos de Él, hasta que tenemos una emergencia.

Hoy vivimos una pandemia que nos obliga aún a cerrar los templos, como si Dios dijera ya estoy cansado de invitarlos a recibir de mis manos toda mi misericordia, todo mi ser…aún así son indiferentes y a veces hasta desprecian este don infinito porque los miembros de mi Iglesia no les caen bien, o cometen pecados. Unos y otros serán juzgados por mi Palabra. Unos y otros recibirán lo que merecen.

Más ahora, el Señor nos invita a darnos cuenta de que para El nada es imposible, y que nos acerquemos a El para protegernos y darnos cuenta de que sin El estamos perdidos.

Ya es hora de arrodillarnos aunque sea al pie de nuestra cama y hacer nuestra oración, y darle gracias, alabarlo y bendecirlo, y que nuestra vida comience a girar en torno a su presencia diciéndole como el Centurión: “Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una Palabra tuya bastará para sanarme”.

J.R. Millán

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