Alejandro E. Salazar Peñaloza (*)

A penas hemos comenzado el año 2020 y nos encontramos encerrados en nuestros hogares, con una restricción que nos impide realizar nuestras actividades cotidianas, en una situación de desorientación que se alimenta con una paranoia difícil de creer en pleno Siglo XXI. ¿Es qué ha llegado el cumplimiento de esas profecías que creíamos inciertas y hasta demenciales?, o acaso la humanidad ha perdido la guerra? Será que los únicos culpables de esto somos nosotros mismos? Todo esto lo escribo no sólo como alguien que se dedica a la ciencia, sino lo hago como un habitante más de este planeta.

El coronavirus o covid-19 ha venido a demostrarnos que nada de lo que pensábamos que era seguro en realidad lo es, y que si bien “somos los seres más racionales”, somos seres indefensos ante un “enemigo invisible”, y que cuando hablábamos de la III Guerra Mundial tal vez imaginábamos una lucha armada entre Estados Unidos contra China, Corea o hasta contra Rusia, sin embargo, esta guerra será mucho más dura, sin cuartel, sin tregua. Todos nos hemos convertidos en soldados sin saberlo, sin quererlo, la lucha está en cada ciudad, en cada calle, en cada casa.

Hasta hoy los mercados mundiales y el sistema capitalista al que pertenecemos se va fragmentado, el individualismo que tanto nos ha caracterizado durante el último siglo ha caducado como respuesta positiva, el tiempo se ha detenido en las ciudades y hemos vuelto a nuestros hogares, junto a nuestros seres queridos, aunque otros han quedado aislados.

Los noticieros y las imágenes un tanto amarillistas nos dan temor, nadie puede dar una respuesta de cuándo terminará esto, o cuánto durará, pero lo que sí es seguro es que nuestros hijos y nuestros nietos nos reprocharán por lo que no supimos ver.

No es mi intención ser negativo o alarmista, pero desde hace unas semanas pienso en el futuro qué vendrá. Es que hasta que la cura llegue deberemos prestar atención y volver a valores olvidados por el hombre, será que nos olvidamos que somos una comunidad, que solo podemos hacerle frente juntos, deberemos re-pensar nuestro individualismo y nuestro materialismo extremo, tendremos que entender que los recursos económicos deben ser administrados para la supervivencia de la humanidad y de todos los seres vivos, y no de algunos pocos. La ciencia deberá ocupar el rol central, y los gobiernos deberán garantizar en sus agendas como asunto de estado. La salud deberá ser provista de recursos, preparada para enfrentar otras enfermedades que puedan peligrar a la humanidad, pero no deberá ser una cuestión mercantilista sino un bien social. Tendremos que repensar el valor de la ancianidad, no como un gasto, sino como un patrimonio necesario.

Es que hoy puedo mirar desde la ventana, y escuchar el silencio obligatorio pero necesario, el planeta ¿nos necesita?, para dar esa respuesta debemos pensar y reflexionar, hoy es el momento, mañana puede ser tarde.Será este un quiebre histórico que todos deberemos marcar en nuestras vidas por un mañana mejor, y que esta frase no sea un simple cliché, sino una verdadera acción global.

(*) Prof. Titular de la Cátedra Historia de la Cultura- Fac. de Derecho y Ciencias Sociales- U. Católica de Cuyo

  • 01/04/2020

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí