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Cuando uno transita por la Ruta Nacional 20 y llega hasta la Estación de Servicio La Legua, a mano izquierda hay un enorme callejón con un cartel que dice Comunidad Bosquianas, y al final una enorme casa. En ese gigante espacio vive la comunidad terapéutica del Proyecto Juan, dependiente del Ministerio de Desarrollo Humano de la provincia.
Actualmente nueve personas buscan una mejor vida, una vida lejos de adicciones, delitos y malas juntas. En ese espacio, entre las montañas y la naturaleza, desde un chico de 12 años hasta un señor de 53 tratan de avanzar en su rehabilitación y posterior reinserción social. Para esta gigantesca tarea, el lugar que tiene como directora a Gabriela Martínez, cuenta con una psicóloga y ocho operadores, que pueden ser desde enfermeros hasta acompañantes terapéuticos, y viven con quienes están en recuperación cada día.
Tiempo de San Juan llegó hasta el predio para conocer desde adentro cómo funciona. Hay que tener en cuenta que es una comunidad a puertas abiertas y que se hacen retiros voluntarios de quienes se recuperan, según explicó Martínez.
LA ESTRUCTURA
Cuando uno ingresa lo primero que observa es un gigante comedor. En él, los chicos comparten sus comidas diarias y ponen en práctica sus habilidades, como por ejemplo, la pintura.
Pero además hay una Sala de Psicología, donde se hacen trabajos individuales y familiares. Quienes se rehabilitan tienen sesión una vez por semana, familiares o vinculares, según explicó la licenciada Roxana Pereyra, la psicóloga actual que tiene el Proyecto.
Otra de las habitaciones es una sala de computación donde los chicos llevan adelante uno de los varios talleres que tienen en el proceso de recuperación.
Además tienen un espacio de recreación donde también disfrutan de jugar al pool o ver alguna película.
Hacia el costado de un largo pasillo se encuentran las habitaciones. Son dos, y los grupos se organizan por edad. Quienes se están recuperando tienen a su cargo la limpieza de estos espacios, como una forma de generar responsabilidades y cuidado.
Uno de los jóvenes que actualmente reside en el lugar lleva la foto de su hija pegada en la pared al lado de la cama para recordarla siempre.
También el lugar cuenta con una habitación de aislamiento. En este lugar pueden estar tantos quienes están en recuperación como el mismo personal en caso de que se detecte algún caso sospechoso de COVID 19. Si no se ocupa, se destina a visitas. Y otro de los espacios es un economato, allí se guardan los víveres que ocupan semanalmente, y una nutricionista es quien lleva adelante los planes de alimentación.
En el gran espacio al aire libre también se puede observar una pequeña huerta que los asistentes usan como parte de la terapia. Allí siembran porotos, zapallos, pimientos y zanahorias, entre otras verduras. Quien más la cuida comentaban a Tiempo de San Juan es el más grande de los residentes, un señor de 53 años que vivía en la calle y encontró refugio en este lugar.
También los chicos practican fútbol en la gran cancha que tiene el predio.
DULCE HOGAR
Como parte del proceso de recuperación, los integrantes de esta comunidad terapéutica realizan dulces y conservas que llevan el nombre de Dulce Hogar. Sus productos salen a la venta al mercado sanjuanino y desde la institución buscan registrar la marca.
La rutina incluye desde momentos ligados a lo artístico como también de trabajo en la huerta. Otro de los puntos fuertes de su quehacer diario es la panificación: elaboran en el horno de barro pan, semitas y prepizzas, que también se venden.
E incluso tienen todo para que lleven adelante los talleres de computación, música, pintura y aprendan oficios como carpintería.
Esto les permite a ellos generar su propios ingresos de dinero. Según explicó la directora del Proyecto los asistentes «tienen proyectos autogestivos. El dinero de los productos que venden, incluso hasta cuadros; va en un sobre que yo manejo, porque ellos no pueden manejar dinero, y ellos lo usan para sus gastos, cómo por ejemplo uno le envía dinero a su hija. Empiezan a cumplir con varias responsabilidades y van generando su propio dinero, es una de las partes importantes del tratamiento.
REINSERCIÓN SOCIAL
Según explicó la psicóloga Roxana Pereyra la FASE A es la primera que deben cumplir cuando ingresan al programa. Después de dos semanas que ingresan a la casa empiezan a transitar esa fase que es adaptación a la casa que implica normas, reglas, actividades cotidianas. En la fase siguiente se trabajan mucho habilidades sociales y habilidades emocionales, aspectos familiares también. Y la última fase se trabaja todo lo que es proyecto futuro, revinculación familiar, porque ya estamos en la salida, detalló.
A quienes están en la última fase ahora se les ha agregado algunas salidas también como ir a comprar, algunas pequeñas responsabilidades, agregó Roxana.
La Directora dijo también que una vez que terminan la última etapa no es que reciben un alta, si no que se trata de un cambio de modalidad. Ahora con el tema de COVID no pueden hacer la parte de reinserción que se iban a su casa los fines de semana y volvían a la comunidad, o que fueran al trabajo y volvieran, ahora ellos están aislados, están como en burbuja.
POR MI, POR MI FAMILIA
En silencio al principio, con gente que no conocen, los asistentes se vuelven un grupo muy unido cuando pasa el tiempo. Los chicos pueden llevar un proceso de rehabilitación y reinserción social que dura a veces hasta 6 u 8 meses, según explicó Gabriela.
Una de las claves del trabajo es la rutina. Arrancamos temprano, a las 7:30, nos higienizamos, tenemos el desayuno, luego volvemos a limpiar las instalaciones. Hacemos grupo luego, dónde nos presentamos, contamos cómo fue el día de ayer, cómo empezamos el día. Los lunes y miércoles tenemos educación física, los lunes y viernes tenemos un taller de cocina, se nos van a ir agregando más talleres como de carpintería, de música, de pintura. Luego almorzamos, tenemos talleres, merendamos, repasamos (limpieza) otra vez la casa, explicó uno de los chicos que se encuentra en el Proyecto.
Todos los lunes nos proponemos un objetivo, algo que nos cuesta, lo trabajamos durante toda la semana y el viernes que tenemos el grupo de valoración vemos cómo nos fue en ese objetivo, agregó.
Escuchá el relato de dos de los jóvenes que se encuentran luchando por una mejor calidad de vida. El día que llegaron, por qué ingresaron al Proyecto, y un consejo para quienes se encuentran en una situación complicada y no se animan a pedir ayuda.
En el video usan nombres ficticios para no revelar su verdadera identidad.
YO CAMINO A TU LADO
Para que cada persona que llega al lugar pueda cambiar su vida un equipo de profesionales está con ellos cada día. Hace poco que la licenciada Gabriela Martínez asumió como directora del Proyecto Juan, pero ella ya había trabajado en otros lugares de rehabilitación. Junto a ella se encuentra Roxana Pereyra, licenciada en Psicología; a cargo del equipo. Y 8 operadores que es el personal capacitado, como acompañantes terapéuticos y enfermeros, que acompañan y sostienen las 24 horas todo lo que se hace en la comunidad, explicó la Directora. El testimonio de los profesionales.