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El histórico cierre de Falabella, la cadena chilena que estuvo 24 años en la provincia, congregó a todos sus ex empleados en un abrazo simbólico, según lo describieron. Se reunieron frente al local en Peatonal Tucumán y entre lágrimas y abrazos a darle un último adiós al lugar que les dio trabajo durante tantos años. En medio de la emoción, también recordaron a sus compañeros que ya no están, pero que sin dudas dejaron una huella.
Tiempo de San Juan habló con los ex empleados, quienes contaron las historias de Alberto, Piquito y Federico, tres empleados fallecidos.
Fue un conmovedor momento, lleno de recuerdos, risas, lágrimas y abrazos y en medio de todo esto, los empleados hablaron de sus compañeros que ya no están, describiéndolos como bellísimas personas y como parte de la gran familia Falabella. Piquito falleció hace 15 años, mientras que Alberto hace 10. Federico, por su lado, perdió la batalla contra el Covid-19 el año pasado. Hacemos mención de estos compañeros porque han estado con nosotros por muchos años, dijo frente al local un ex empleado a este diario.
Gustavo «Piquito» Adorno
Gustavo Adorno, más conocido como Piquito trabajaba en electro (como ellos le llaman a la parte de electrónica de la tienda) y su historia fue muy trágica. Era un compañero muy experimentado y destacaron su inteligencia. Fue nombrado jefe de la sección de niños pero al poco tiempo salió de Falabella un día y falleció por un ACV en su auto, a la corta edad de 31 años. Falabella, como modo de ayudar a la familia, empleó en la tienda a su esposa, quien trabajó hasta el último día de cierre del local de San Juan.
Alberto Amaya
Alberto Amaya era uno de los empleados de más edad de Falabella, sus compañeros recuerdan que era un increíble vendedor. Tenía muchas enfermedades preexistentes, pero era tan trabajador, que trabajó hasta sus últimos días, siendo ya un anciano. También trabajaba en electro. Los compañeros que tuvieron la oportunidad de conocerlo dicen que era una excelente persona y muy buen compañero.
Federico Rivera
Por último, Federico Rivera y su gran historia de superación. Comenzó vendiéndoles semitas y tortitas a los empleados, era tan simpático y responsable, con una personalidad cautivadora, que desde la gerencia de Falabella no dudaron en darle un lugar en la tienda. Era el que unía al grupo, incentivaba, hacía chistes, era sincero., destacó Sonia Llanos, una ex empleada con mucha antigüedad en la tienda.
Tan era así, que en una ocasión una compañera enfermó y Federico se dedicó a vender pollos asados desde su casa y destinó todo el dinero obtenido al tratamiento de la persona.
El año pasado, una semana antes del día de la madre, fue internado por un cuadro de Covid-19. Fue una semana de internación, en la que fiel a su estilo, mandaba fotos a sus colegas desde el hospital bromeando sobre la situación. El domingo del día de la madre, finalmente falleció.
Tres historias distintas, de tres excelentes personas, que como tenían merecido, fueron recordados por todos los empleados este miércoles en el adiós final de Falabella en San Juan.
Fue en febrero pasado que los empleados sanjuaninos fueron citados por los encargados para anunciar lo que ya se venía rumoreando, pero no se quería aceptar. «Ese día fue como un puñal al corazón y no terminamos de caer hasta que vimos las persianas cerrarse el sábado pasado», contó Erica Sillero que trabajó 8 años en la empresa y fue una de las últimas personas en presenciar la caída del local. Desde ese momento, y hasta hace cinco días atrás, el local estuvo abierto liquidando lo que quedaba con la intención de llegar a este miércoles con el fin de las promociones, pero se adelantó porque no quedó ningún producto sin vender.
Con esta postal, hasta ahora única en el país, se cerró la última página del gigante chileno en San Juan después de un cuarto de siglo en la vida comercial de la provincia.