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Matagusanos está en Ullum. Es una localidad de gran extensión territorial, pero donde solo vive una familia de tres integrantes. A pocos kilómetros de Talacasto, se encuentra la única casita que hay en la zona. Allí viven Francisca Díaz, Florencio Díaz y Raúl Díaz, los dos primeros son hermanos y tienen 91 y 90 años mientras que Raúl es el hijo de doña Francisca, como le dicen todos. Justamente fue la mujer, la más anciana del clan, la que se contagió de coronavirus. Al principio nadie se explicaba cómo, ahora lograron descifrar cómo esta señora se enfermó de Covid-19. A pesar de su edad y de ser una persona de altísimo riesgo, resistió y ahora solo quiere volver a su hogar.
Doña Francisca se mudó a Matagusanos hace 30 años, con su nieta y su hijo. Al tiempo llegó de Valle Fértil su hermano, que ahora ayuda con el cuidado de los animales que crían para mantenerse. Su nieta, Bárbara, se casó y se fue a vivir a Albardón. Además de criar y vender chivos, los Díaz se mantienen gracias al alquiler de una parte de su terreno a Vialidad Nacional.
En el medio de la nada, se pueden ver algunas máquinas de Vialidad con las cuales están haciendo un camino que conecta a Ullum con otros departamentos. Cuando Francisca empezó con fiebre, dolor de garganta y mucho cansancio, todos supieron que algo andaba mal. Es que la mujer es muy sana, nunca se enferma y rara vez delega su labor diaria.
Fue Bárbara, la nieta de la mujer, quien la llevó al hospital de Albardón, donde contra todo pronóstico le informaron que la señora tenía coronavirus. Inmediatamente se testeó a los otros Díaz, quienes dieron negativo. El cuadro de Francisca se agravó, tuvieron que entubarla. A sus 90 años, pocos confiaban en una posible recuperación. Pero contra todo pronóstico, doña Francisca Díaz después de pasar 15 días entubada salió adelante y fu dada de alta. Ahora está recuperándose en la casa de su hermana, que tiene más comodidades para afrontar los días post Covid-19.
Pero ¿cómo llegó el virus a ese remoto pueblo ullunero? La llevó un foráneo, la única persona con la que Francisca tuvo contacto. Se trata de uno de los trabajadores de Vialidad Nacional, quien fue a buscar las máquinas que están guardadas en el terreno pedregoso de los Díaz.
Francisca está muy bien de salud, camina sin ayuda, pero falta para que se recupere del todo. Se quedó con su hermana porque debe ir constantemente al hospital José Giordano para hacerse los exámenes de rutina a los que se someten quienes tuvieron coronavirus.
La casita en la que vive Francisca no tiene comodidades. Tampoco tiene acceso al agua potable, si no fuera por los tachos que le lleva la Municipalidad de Ullum, no habría posibilidad de subsistencia. De igual modo, los Díaz recalcan que es poca el agua con la que cuentan y a veces ante el temor de quedarse sin nada no se bañan o no lavan la ropa.
La familia tiene luz gracias a unos paneles solares que instaló Recursos Energéticos. Los días de sol no hay problema con el abastecimiento, pero cuando hay tormenta, como pasó recientemente, se quedan sin energía eléctrica.
La vida en Matagusanos no es fácil. El hijo y el hermano de doña Francisca se ríen cuando hablan de la fortaleza de doña Francisca que tiene cuerda para rato.