Hace 192 años se producía el segundo y último viaje de José de San Martín a América, luego de algunos años de exilio. El Libertador, en una actitud de vigilancia estaba al tanto de lo que pasaba en el Río de la Plata. Es por eso que, ante la noticia de la guerra con Brasil, por la disputa de la Banda Oriental con nuestro país, tomó la decisión de regresar, sabiendo que los rivadavianos conspiraban permanentemente contra él. Para otros historiadores, su regreso está vinculado para confirmar o no, los nuevos planes colonialistas de Fernando VII. El 6 de febrero de 1829 un buque llamado “Chichester” llegaba a Buenos Aires, deteniéndose frente a la ensenada del puerto. El Libertador permaneció cuatro días a bordo, sin bajar a tierra. Su patria estaba sangrando, envuelta en luchas internas, no había paz. Al enterarse que en diciembre había sido fusilado el gobernador de Buenos Aires, Manuel Dorrego, decidió no desembarcar. Lo terrible para él, fue que los principales protagonistas de este sangriento hecho habían sido dos subordinados suyos: el mismo Dorrego y Juan Lavalle. En el buque recibió el saludo de algunos amigos, como el coronel Manuel Olazabal, quien nos legó escritos acerca de este encuentro: En 1829 el General llegó en el paquete inglés a la rada de Buenos Aires, bajo el nombre de José Matorras. Mi amigo Condarco no faltó a buscarme y nos pusimos en camino para el muelle, comprando al pasar por el Mercado un cajoncito de hermosos duraznos para llevarle. Como a cincuenta varas del paquete vimos aparecer recostado en la borda al General San Martín con la vista fija hacia nosotros. Basta decir que cuando el General exclamo ¡Hijo! Y me estrechó en sus brazos, mis ojos se llenaron de copiosas lágrimas. El General había engordado bastante. Su cabeza había encanecido, sus ojos siempre centellantes, su aspecto nada había perdido de cuando se presentaba ante sus legiones para conducirlas a la victoria”.
Días después, San Martín arribó a las playas orientales, la capital uruguaya lo recibió con muestras de complacencia. Tantos afectos resarcieron las injurias que había recibido en la otra margen del río. En su estadía en Montevideo, que se prolongó tres meses, recibió dos delegados del General Lavalle, en la que le ofrecían hacerse cargo de la agitada Buenos Aires. San Martín, no sólo rechazó esta solicitud, sino que le escribió una carta a Lavalle aconsejándolo. Así llegó el día en que dispuso volver al exilio, con la certeza de que no volvería. Como testimonio de su postura, existe una carta que le escribió al militar oriental Fructuoso Rivera: “Dos son las principales causas que me han decidido a privarme del consuelo de por ahora estar en mi Patria: la primera, no mandar; la segunda, la convicción de no poder habitar mi país, como particular, en tiempos de convulsión, sin mezclarme en divisiones. Firme e inalterable en mi resolución de no mandar jamás, mi presencia en el país es embarazosa. Si usted cree, algún día, que como soldado le puedo ser útil en una guerra extranjera (nunca contra mis compatriotas), yo le serviré con la lealtad que siempre lo he hecho”.
Por el Prof. Edmundo Jorge Delgado
Magister en Historia
Fuente: Diario de Cuyo