Cuando veo la tierra quebrada y abandonada; hogares y vidas humanas arrasadas por la furia de los ríos y terremotos; amigos y compatriotas con la mirada perdida porque perdieron todo, hasta lo irrecuperable; me pregunto… Dónde están las manos de Dios?
Cuando observo la injusticia, la corrupción, el que explota al débil; cuando veo al prepotente, pedante, enriquecerse del ignorante y del pobre, del obrero y el campesino carente de recursos para defender sus derechos, me pregunto… Dónde están las manos de Dios?
Cuando contemplo a esa anciana olvidada; cuando su mirada es nostálgica y balbucean todavía algunas palabras de amor por el hijo que la abandonó, me pregunto… Dónde están las manos de Dios?
Cuando veo al moribundo en su agonía, lleno de dolor; cuando observo a su esposa y a sus hijos deseando no verle sufrir; cuando el sufrimiento es intolerable y su lecho se convierte en un grito de súplica de paz, me pregunto… Dónde están las manos de Dios?
Cuando a esa jovencita que debería soñar con fantasías, la veo arrastrar su existencia y en su rostro se refleja ya hasta el hastío de vivir, y buscando sobrevivir se pinta la boca, se ciñe el vestido y sale a vender su cuerpo y me pregunto… Dónde están las manos de Dios?
Cuando aquel pequeño a las tres de la mañana me ofrece su periódico, su miserable cajita de dulces sin vender; cuando lo veo dormir en la puerta de un zaguán tiritando de frío, con unos cuantos periódicos que cubren su frágil cuerpecito, cuando su mirada me reclama una caricia, cuando lo veo sin esperanzas vagar con la única compañía de un perro callejero, me pregunto… Dónde están las manos de Dios?
Y tuve la osadía de enfrentarme con EL y le pregunté: ¿DÓNDE ESTÁN TUS MANOS, SEÑOR? para luchar por la injusticia, para dar una caricia, un consuelo al abandonado, rescatar a la juventud de las drogas, dar amor y ternura a los olvidados?
Después de un largo silencio escuché su voz que me reclamó:” No te das cuenta que eres tú mis manos, atrévete a usarlas para lo que fueron hechas; para dar amor y ser instrumento”.
Y comprendí que las manos de Dios soy YO… Y eres TU! Los que tenemos voluntad, el conocimiento y el coraje para luchar por un mundo más humano y justo, aquellos cuyos ideales sean tan altos que no puedan dejar de acudir a la llamada del destino, aquellos que desafiando el dolor, la critica y la blasfemia deciden ser las manos de Dios…
Señor, ahora me doy cuenta que mis manos están sin llenar, que no he sabido compartir, las debo de usar para amar y hacerle honor a la grandeza de la creación. El mundo necesita mis manos, las tuyas, llena de ideales y estrellas, cuya obra magna sea contribuir día a día a forjar una nueva civilización, que busquen valores superiores, que compartan generosamente lo que DIOS nos ha dado y puedan al final llegar vacías porque entregaron todo el amor para lo que fueron creadas…
Y DIOS seguramente dirá: “Estas son mis manos!”