Por Alejandro E. Salazar Peñaloza (*)

La Historia Criminal argentina es bastante abultada en cuanto a crímenes de todo tipo. Los delitos cometidos en gran medida han quedado guardados en los archivos judiciales de cada provincia como así también muchos de ellos llevados a los archivos nacionales.

Los personajes que participaron en aquellos actos han permanecido grabados en los periódicos de cada época y en el inconsciente colectivo que se reproduce casi siempre de una oralidad marcada por errores y falacias.

Entre las historias más conocidas de asesinos seriales que se puede rescatar por su trascendencia y alevosía, se encuentra la de Cayetano Santos Godino, mejor recordado como “El petiso orejudo” o el “Orejas”.

La dura vida de Cayetano comenzó a su corta edad, según algunas de sus biografías el joven nació en 1896, hijo de inmigrantes italianos. Su padre lo educó a golpes y abusos, esto seguramente obligó a Cayetano a refugiarse en las calles de un Buenos Aires de principios de 1900.

La crueldad de los crímenes que la policía logró reconstruir mostró en los estudios psicológicos una clara patología del niño y luego del joven.

El caso Giordano

La muerte de un niño siempre causa replanteos, dudas y por sobre todo dolor, pero si esto fue planeado y ejecutado por otro niño nos pone en una paradoja difícil de comprender.

Antonio Giordiano, un sastre de oficio permanente, sale en busca de Jesualdo su hijo. La crónica dibuja un panorama muy tranquilo e inesperado en aquellos conventillos. El pequeño de tan solo 3 años de edad se encontraba jugando en las proximidades del lugar, algo habitual.

En las cercanías en un almacén que atendía la joven María Barlaro, ingresó Jesualdo y Cayetano, ambos de la mano. Compararon unos caramelos y salieron. Lo curioso es que muchos observaron la figura de ambos sin sospechar ni siquiera su final.

El “petiso” engañaba al niño llevándolo a un descampado, los caramelos servían como un anzuelo con la carnada mejor pensada. En su inocencia Jesualdo gritaba llamando a su padre, pero los dulces podían con la voluntad y la desesperación de la víctima.

El baldío ubicado en las calles Catamarca y 15 de noviembre fue el lugar elegido, el niño quiso gritar con más fuerza pero su asesino le introdujo el último caramelo. Lo tiro al suelo, y con un piolín le rodeó el cuello para estrangularlo. El pequeño se movía para todos lados, esto impedía el fin que Cayetano había planeado. Usando una cuerda que llevaba como cinturón ató sus manos y sus pies; lo golpeó con los puños pero la resistencia aún lo mantenía con vida. La mente maliciosa concibió el daño más tétrico, usando un clavo y a golpes con una roca lo introdujo en el cráneo de la víctima terminando así con su vida.

La desesperación de la madre no tardó, pronto se puso en contacto con el vigilante de la cuadra, la noticia se movió rápidamente, muchos conocidos salieron a buscar al niño. Su padre llegó hasta el baldío y comenzó a llamarlo, al ver unas chapas, pensó que estaría escondido. Cuando se acercó movió las mismas y allí encontró su cuerpo sin vida, si bien trató de hacerle los primeros auxilios, todo fue inútil. Éste fue el último asesinato de Cayetano Santos Godin.

Las víctimas seleccionadas

Las características físicas de Cayetano eran pronunciadas: orejas grandes y desproporcionado en sus extremidades, bastante delgado, casi sin fuerza; elegía a sus víctimas teniendo en cuenta que pudiese manipularlas. En su prontuario y en sus confesiones lo dejó en claro.

El menor Miguel Di Paoli con apenas un año y medio, fue golpeado y torturado por el “Orejas”, la policía llegó justo a tiempo, lo rescató y lo llevó a su familia.

En 1906, una niña pequeña fue interceptada por este criminal, según el relato la llevó a un descampado, la golpeó y la enterró viva. Pero esto no se pudo comprobar ya que en aquel lugar luego se construyó una casa de dos plantas impidiendo así la constatación del hecho.

En 1908 tomó desprevenido a Severino Gonzales, un niño pequeño de dos años, lo llevó a un corralón y lo intentó ahogar en una pileta, la suerte esta vez estuvo del lado de la víctima que logró salvarse.

En 1912, tres hechos se destacan: el primero fue el asesinato de Arturo Laurora; el segundo acto fue cuando incendió el vestido de Reina Bonita Vainicoff, quien luego morirá producto de las quemaduras; y por último en Noviembre de ese año los niños Fernando y Roberto Russo engañados con el pretexto de comprarles caramelos los llevó a un descampado con alfalfa, donde los intenta ahorcar con una piolín, pero justo un peón lo descubrió, huyendo de allí Cayetano y salvando la vida de los pequeños.

El confinamiento

4 de diciembre de 1912. Foto policial de Cayetano Santos Godino con el arma homicida usado contra una de sus víctimas.

La autoridades policiales como la justicia ordenaron reformar al púber, fue enviado a diversos reformatorios, sin ninguna solución y con muchos más problemas.

Luego fue enviado a la cárcel de Las Heras donde cumplió parte de la condena, sin embargo en 1923 fue trasladado a Tierra del Fuego para cumplir la pena por tiempo indeterminado.

Según algunas de las crónicas, su vida en el Fin del Mundo fue pacificando y templando de apoco el tormentoso carácter. Si bien constan algunas sanciones disciplinarias, éstas eran pocas. En 1927, se le realiza una cirugía para recortar sus orejas, según algunos su malicia radicaba en el tamaño de ambos cartílagos auditivos.

Para 1926, luego de 23 años de prisión solicita la libertad condicional, pero luego del informe médico le fue rechazada, ya que según el perito su conducta era incapaz de cambios sustanciales.

Cayetano Godino en la época de su estancia en el penal de Ushuaia.

El 15 de Noviembre de 1944, muere luego de una perforación intestinal producto de una pelea con sus compañeros del penal. Olvidado, odiado, calificado como un perverso, y luego de pasar más de la mitad de vida en la cárcel, termina sus días en soledad, ya que su familia había regresado a Italia, su país de origen.

 

 

 

Santos Godino en el penal de Ushuaia.

Fue enterrado en Ushuaia, pero algunas anécdotas cuentan que cuando fueron a buscar el cuerpo de Santos Cayetano al cementerio, éste no estaba. Algunos piensan que profanadores se lo llevaron como trofeo y recuerdo de quien es considerado uno de los psicópatas más perversos de la historia criminal argentina.

 

 

 

Bibliografía- Documental

  • Amaya Sol, (2018)El Petiso Orejudo: la historia real detrás del mito que causó terror a principios del siglo XX. En: La Nación
  • Cirillo, Martin (2020). Cayetano Santos Godino: la historia del asesino detrás de “El Petiso Orejudo” de Morferus En: Cuartel Mental.
  • Documental “Cayetano Santos Godino, El Petiso orejudo” En: El Canal del Crimen.

Prof. Titular- Cátedra Antropología- Dpto. Historia-FFHA-UNSJ(*)


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