No le ha pasado a Ud que tiene la juventud acumulada como yo, de mirarse al espejo, y preguntarse realmente ¿Soy realmente lo que debo ser?

 Un nombre y apellido, un número de documento, una clave para ingresar a no sé qué, no definen lo que uno es…la imagen en el espejo no tiene nombre, además ha pasado por muchas etapas: niño, joven, adulto…en cada una de ellas nos hemos mirado al espejo infinidad de veces, pero tal vez muy pocas veces hemos mirado buscando nuestra identidad real…lo que pasa es que lo exterior es solo carne y huesos que tarde o temprano se deforman, se deterioran, y van a parar a un estuche muy bonito rodeado de personas que suspiran y que dicen frases hechas como por ejemplo, “lo siento mucho”, “que va’ser no somos nada”, “ya descansa en paz”.

 Al otro día lo que queda de su imagen se irá degradando lentamente hasta convertirse en polvo…y nos perdemos en la memoria de nuestra familia de nuestro pueblo, y aunque hayamos sido famosos, tarde o temprano nadie se acordará de que hemos existido. Sin embargo hay personas que después de muertas, y de generación en generación son veneradas, y hasta se les pide favores, esos son los Santos, la familia de Jesús, especialmente la Virgen María que encontraron su verdadera identidad en Dios. Porque solo en Él llegamos a ser lo que debemos ser.

 En el Evangelio de Mateo cap. 12, (46-50) se nos relata que la Madre de Jesús y sus parientes van a buscarlo pero Él estaba predicando dentro de una casa y la multitud no los dejaba pasar. Entonces le dijeron a Jesús : “tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren hablarte”, a lo que Jesús respondió con una dura enseñanza: “¿Quien es mi Madre, y quienes son mis hermanos?”, ¿estaba Jesús negando a aquella que le había concedido su ser para encarnarse?… No, estaba llevándola por el camino del discipulado a una función mas grandiosa, ser la Madre de todos los que creen en Él, porque a continuación dejó una enseñanza que nos define, o no: El les dijo: “…todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre”.

Con estas palabras Jesús afirmó que el Reino de los Cielos es el Reino de los Santos que forman una familia-comunidad que ya no está unida por lazos de sangre humana, sino por su sangre divina derramada en la cruz y que por la fe en Él es incorporada a la familia de la Santísima trinidad por medio del Espíritu Santo. La Familia ha sido siempre desde el principio el proyecto del Padre para nosotros.

Pero…para llegar a eso primero hay que hacerse como María: discípulo del Señor, escuchar su Palabra, y ponerla en práctica, “hacer la voluntad del Padre” para llegar a ser plenamente hijo de Dios.

Puedo mirarme al espejo y descubrir mi faz carnal que se va deteriorando, o puedo descubrir que más allá de esa imagen se va gestando una nueva y eterna identidad, por que lo que veo es el exterior, y lo que importa y agrada a Dios o lo desagrada, está en mi interior, y es lo que va a marcar el destino de mi ser. Bellos personajes aparecen en las pantallas, pero ¿como será su imagen real, sin piel ni maquillajes?, ¿Como será el alma que se oculta tras la carne? Sus obras los delatan…

Hoy en día hemos dejado de lado sanas costumbres y virtudes que Dios tardó milenios en enseñarnos, para vivir de una manera disoluta y superficial, que va destruyendo interiormente el proyecto de Dios y transformándonos en monstruos egoístas que buscan ser felices sin pensar que estamos poniendo en peligro nuestro destino eterno, llegar a ser hijos de Dios participando de su gloriosa naturaleza.

J.R. Millán (re-editado)

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